19/ EBRIEDAD Y MAR
porque me recuerda que no soy nada.
Podría decir que prefiero mi coche a 130,
las noches de verano,
una canción ligera, de esas de anuncio.
Pero elijo la crudeza,
la pulpa de lo gris.
Me siento en el muelle.
Hace frío.
Pelo la fruta y chorrean los gajos.
La humedad del spleen cala mi chaqueta.
El turista invernal
fotografía el rompeolas.
Mi figura es azul, sólo una mancha
en el objetivo de su postal.
Si me engullera el mar ahora
nadie, absolutamente nadie, lo notaría.
Regreso al aparcamiento
junto a las palmeras
y las terrazas cerradas.
Podría entrar en aquel bar,
tomarme una copa y escribir
que soy más importante que el mar
porque tengo fin.
Y toda una sarta de mentiras que sonaran
como una canción optimista y ebria.
4/ UN DÍA EN MI VIDA (DIRECTO)
Hago un parón (aguas menores).
Me lavo las manos.
Retomo el poema.
Recuerdo: cuando era pequeña,
con mis hermanas, en el chalet.
Luego: un hombre que pasa,
cualquier hombre sirve
(es un poema, puedo engañarte,
su fisonomía; puede ser rubio,
pero quizás sea calvo,
o no pasa nadie,
la calle es un desierto
como mis cien almas).
Hago un segundo parón
(aguas mayores, retírate, lector,
del poema, la poeta necesita
cierta intimidad para estas cosas).
Me lavo las manos.
Regreso al poema.
Preparo con mi teclado
metáforas en cadena.
Me siento mal.
Creo que voy a vomitar (¿aguas medias?)
¿Qué hacer primero?
¿Vomitar o descongelar carne
para preparar el almuerzo?
Atento, lector, regreso al poema
(mi mano, no puedes verlo,
soporta el vómito a punto).
Recuerdo. Descongelo. Recuerdo.
Descongelo.¡PUAJ!
5/ SILENCIO
En boca cerrada
no entran sombras;
los fantasmas
se mantienen a raya
si no los mencionas.
Pero, mujer, tu afición
a ponerles nombre
te pasa factura
y en tu casa hay
una asamblea de niebla
que planea echarte
sin darte cuenta.
Dejarte sin nada.
no entran sombras;
los fantasmas
se mantienen a raya
si no los mencionas.
Pero, mujer, tu afición
a ponerles nombre
te pasa factura
y en tu casa hay
una asamblea de niebla
que planea echarte
sin darte cuenta.
Dejarte sin nada.
6/ OS PRESENTARÉ A MIS FANTASMAS
Mis fantasmas
la tienen muy larga (la sábana)
y muy dura (su cadena).
Tienen las mejillas de Laura,
la piel de Melibea.
No pasa, ninguno, de los treinta.
Mis fantasmas
hablan dulcemente
pero son fríos como Galatea.
Tienen ojos aniñados
y podrían acusarme
−en ocasiones−
de abusadora de menores
(de los espectros, que se entienda);
algunos son fantasmitas
a los que asusto yo
al abrirme la camisa.
Mueran en paz mis fantasmas.
Dejen un bello cadáver.
Y a otra cosa, que no sea
tipos con sábana y cadenas.
la tienen muy larga (la sábana)
y muy dura (su cadena).
Tienen las mejillas de Laura,
la piel de Melibea.
No pasa, ninguno, de los treinta.
Mis fantasmas
hablan dulcemente
pero son fríos como Galatea.
Tienen ojos aniñados
y podrían acusarme
−en ocasiones−
de abusadora de menores
(de los espectros, que se entienda);
algunos son fantasmitas
a los que asusto yo
al abrirme la camisa.
Mueran en paz mis fantasmas.
Dejen un bello cadáver.
Y a otra cosa, que no sea
tipos con sábana y cadenas.
18/ NADADORA
Por el carril lento,
mi cuerpo de nadadora
aficionada a recordar.
Pero brazada a brazada,
caricia de cloro,
bocanada de aire
por el lateral izquierdo,
nueva inmersión
y mi pobre cerebro
consigue olvidar.
Ya no muero,
porque me olvido de morir.
Sólo nado,
brazada tras brazada.
Soy un cuerpo blando,
más delfín que mujer
que viene del dolor.
Vamos, déjate de cuentos,
y nada −nada−, nada.
Deja que tu cuerpo sea
bajo el agua
de la piscina comunitaria
sólo un cuerpo.
mi cuerpo de nadadora
aficionada a recordar.
Pero brazada a brazada,
caricia de cloro,
bocanada de aire
por el lateral izquierdo,
nueva inmersión
y mi pobre cerebro
consigue olvidar.
Ya no muero,
porque me olvido de morir.
Sólo nado,
brazada tras brazada.
Soy un cuerpo blando,
más delfín que mujer
que viene del dolor.
Vamos, déjate de cuentos,
y nada −nada−, nada.
Deja que tu cuerpo sea
bajo el agua
de la piscina comunitaria
sólo un cuerpo.
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