No vengas, no vayas
a entender nada de lo que sigue.
Nos hemos reunido entorno a tu camiseta
y ha amanecido.
Creo que no te has dado cuenta
del guisante del colchón,
estarías pendiente del ÍBEX 35/
pensé que eras más del tema de los átomos.
En verdad no era un guisante,
era mi corazoncito y, sin duda,
aquel, su pálpito.
Ya no está de moda decir "corazón"
en un poema.
Hay mucho desprestigio en todo el asunto intestinal.
Mientras yo divago
y se me llenan las manos de nieve anticipada,
tú dejas la reunión de la camiseta
y sigues con tu agenda.
Reconozco que tienes un buen programa.
Al contrario, yo no he nacido para robota.
Mi corazón no cabe,
no cabe en la nevera,
no cabe en un muladar,
no cabe en esta senil Europa.
No obstante Johnny-pájaro, mi corazón no ha encogido
un ápice de miedo y roña.
Sé que antes lo comparé con un guisante,
en qué estaría pensando.
Con mi susodicho se puede alimentar
a varias generaciones de canis lupus.
Vayamos acabando.
Yo tampoco entienda nada
pero tengo un pálpito,
un TIC TAC rutilante,
una cúspide de nada
al borde de estos labios
que pronuncian:
Oh dulces prendas por mí malhalladas.
Oh camiseta tierna del Pull & Bear.
Oh las cosas que no pasan.
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