domingo, agosto 01, 2021

SER LA RAQUETA DE NOVAK DJOKOVIC

Qué poeta no quiere 
ser la raqueta abollada de Novak.
Su victimario saca la mueca
en primer plano,
la rabieta porque mamá
lo dejó a los 12 años,
en la academia de Pilic,
con menú mecánico de frankfurt y patata hervida,
con celda de aislamiento
como en un cuento de Allan Poe.

En lugar de jugar con Marko y Djordje 
con los puños,
revolcándose por una pradera,
en lugar de una caricia de Srdjan 
o un beso Dijana,
se entrenaría para la élite solo,
para la asepsia solo,
para el trabajo solo.

Qué poeta no quiere 
ser la raqueta tuerta de Novak:
toda la infancia del granslamer
reconstruida por las cámaras de Tokio 20.
La ira de Novak es la de muchos hombres
que se autotuercen el cuello (¡cisnes!)

Qué poeta no quiere 
ser la mano huérfana de Djokovic:
peores siempre en todo,
anhelan la identificación con la raqueta
su Head Speed Graphene 360+ Black
como una tórtola muerta.

Qué poeta no quiere:

Estar siempre jodido.
Estar siempre ignorado,
en plan isla o desierto.
Ser siempre pelusilla en el pasillo.
Estar siempre de llorera.
Estar siempre en la sombra de la maldición,
por no ser nunca Arthur Rimbaud.
Estar siempre en el vómito de las estrellas.
Estar siempre en la papada de Donald Trump.
Siempre en la tristeza de la perra macroesquelética estar,
por solo estar.

En cuanto a mí, yo solo sea 
una jueza quincuagenaria.
Observadora, la ira no me roza.
Pienso en jugar con mi nieto
cuando acabe este partido de mierda
entre euroblanquitos cabreados.
Masturbarme.
Hacer mochis de matcha.
Tal vez un haiku:
esa raqueta
pretende ser la luna
pero no es nada.









No hay comentarios: