domingo, noviembre 17, 2019

¿SUEÑA CAROLINA OTERO CON UN FERNÁNDEZ MALLO HUMANO?

(7 minutos)

“Casi inmediatamente, la realidad cedió en más de un punto”, Borges (Ficciones)



El 28 de febrero de 2017 te conozco, Agustín, tras asistir al seminario de Postpoesía que impartes en la Facultad de Filología, Traducción y Comunicación de Valencia. Este encuentro es de suma importancia en nuestras vidas (aunque tú, hasta este momento no lo sepas); más teniendo en cuenta que no te gusta demasiado conocer gente. Yo por entonces aún no había cerrado mi poemario en preparación, No te hagas el muerto, que saldría en mayo del mismo año y de algún modo, ese encuentro contigo dejaría su poso azaroso en él. Porque esa tarde, tras declarar en tu performance (llevabas tu portátil, MAC, creo que un MAC, tú, como exfísico, no puedes ser de PC y leíste sobre unas bases que habías preparado aunque insistes en que no eres músico, con unas imágenes proyectadas de fotos propias, varias de ellas pixeladas) tras la charla performática declaraste que te interesaba sobre todo la poesía como acto silencioso y solitario (confiesas en algún momento que te aburren los recitales de poesía). Luego, tú no lo sabes, pero David Trashumante me ofreció un candelabro y una pluma decimonónica para que compusiera así mis versos, porque también opiné, como tú, que lo importante era el texto poético, el del papel o la pantalla, que una performance ya era otra cosa.

Aquella tarde, tras tu ponencia híbrida, nos tomamos unas cañas en un lugar de Blasco Ibáñez y allí te pedí que me firmaras tu Carne de Píxel (confieso que colecciono esos libros de la extinta editorial DVD, y persigo sin tregua a sus autores vivos para tener la colección medio firmada, vaya costumbre extraña, exclamarás tú, qué pasa con la otra mitad, la de los y las poetas ya muertos de verdad). No revelaré lo que pone en esa dedicatoria para no infundir terror pero es, sin duda, también una suma de coincidencias relevantes en tu vida, Agustín y la mía (aunque tú aún no lo sepas). Esa tarde, ya era de noche, era tarde-noche, y parecía que las jacarandas habían desaparecido, porque la oscuridad de la noche hace magia sobre los objetos, te regalé un disco que había grabado con Paco Loco hacía dos años, con la primera esperanza no de que lo escucharas sino de que no se te deslizara del bolsillo al suelo y se perdiera como una pieza súbita de basura.

Y aunque preferiría no enseñaros la dedicatoria, que he pixelado expresamente, y que Agustín firmó en mi ejemplar de coleccionista, os diré que ese breve texto estaba motivado por algo que te dije al presentarme: “Hola, soy Carolina Otero, de Hotel Postmoderno”. Creo que sonreíste, no lo tengo muy claro, porque ya sabes que la memoria es como el photoshop, pero debéis saber que ese grupo de creación experimental llamado HP se generó a partir de tu proyecto Nocilla y por eso decía antes, en parte, que fue muy importante nuestro encuentro aunque tú no lo podías imaginar; te estreché por fin la mano, Agustín, se conectó el polo generador con el polo replicante. Pero ahí no se acaban las conexiones entre nuestros nodos:  ¿alguien recuerda cómo cierra Agustín el mencionado poemario? Haré memoria: la última página es el escaneo de un fragmento de papel higiénico de un hostal Bristol (Capri) del año 2002 (vinculado estrechamente con el poema de la pág. 24, el pixelado nº 3; Agustín, sabemos que te gusta partir de anécdotas personales, no haces filosofía; hablas de lo que te pasa y entendemos que ese trozo era el último que quedaba y por eso fue significativo. El fragmento anterior podría haberte salvado higiénicamente y este (el remanente) se quedó sin su uso expreso para el que Seth Wheeler en el año 1891 lo había diseñado. Y nunca sabremos, porque tal vez ni lo recuerdes, Agustín, qué acabaste haciendo con ese cacho de papel que pensaste era digno de ser escaneado y posteriormente publicado en tu libro de poemas pero el caso es que me recuerda, y te lo tengo que decir, a las “dulces prendas” que encuentra Garcilaso de la Vega y de las que habla en el soneto X que parece fue inspirado por Isabel Freyre allá en 1533.
Muchos años más tarde, en la portada de tu ensayo te apropias de una cubierta del disco que New Order editara en el 83, titulado Power, Corruption & Lies, que a su vez es una apropiación de un cuadro de Henri Fantin-Latour “A Basket of Roses” (1890). El cuadro que se reproduce, por cierto, fue un superventas, como parece ser fueron sus cuadros florales, y tampoco sabremos si New Order conocían este dato. 

Por otro lado, el disco de New Order fue nombrado así en honor al graffiti que el artista Gerhard Richter había pintado con espray en el exterior de un museo de arte en Hamburgo, Alemania, durante una exhibición en 1981. Para acompañar  la portada el diseñador de la cubierta, dejó la prueba de color de imprenta en el lateral (“basura” o “residuo” que en principio no debería haber salido). 
Ahora mismo, ahí fuera, hay un chico del futuro caminando por la Alameda (tal vez un sobrino de Rita Barberá) vistiendo una camiseta de Primark con esa mítica portada impresa, sin saber todas estas conexiones, solo lo mono que va con ese top de flores.

Sobre Richter, que también se ha alineado en este tiempo del encuentro, aquí y ahora, cabe añadir es el creador un cuadro en los años 60, “El rollo de papel higiénico”. Eligió un objeto banal en una Alemania rica (el papel higiénico) para simbolizar el antagonismo con la RDA; en el Este el papel higiénico no existía en sitios públicos, era, pues, un objeto icónico de la sociedad de consumo. 
En ese cuadro, Richter contradice el uso que ha de hacerse del papel por encima del tubito de cartón en estado de reposo: parece que hay una gran polémica al respecto, no sé si la conoces, Agustín, y el pintor alemán y se posiciona al ponerlo por detrás del soporte. Tú, como no eres escritor de tesis, en Carne de Píxel no tomas partido.

Y, todo esto, para acabar diciéndote, Agustín que POR FIN, he soñado contigo, a una semana de estar hoy aquí diciendo algo sobre ti y he recordado que tú, hace 8 años, en la Casa de América te preguntabas cuánta gente en aquel preciso instante en todo el planeta estaría soñando contigo o ¿en cuántos sueños estaba en ese “ahora” justo en ese “ahora” de entonces “haciendo y diciendo cosas”.
Pues bueno, Agustín, yo, por fin, he soñado contigo aunque tenías el pelo de otra manera, como más corto, tal vez habías ido a la peluquería en otro sueño, yo no sé, y hacíamos tú y yo, una jam session. Tú conectabas el bajo (aunque dices que no eres músico), y tocábamos algo que parecía alt rock y estaba muy guay.
Creo ser la primera soñadora confesa de tu yo onírico, pero no sé decirte si en el sueño eras también humano y teníamos entonces ácaros Demodex por nuestras caras porque no hay tecla “ZOOM” en mis sueños, imagínate si los veo, qué cague, igual del susto nunca salimos de ahí y llegamos aquí, a este encuentro sobre literatura y música pop.


Valencia-Sedaví
15 de noviembre de 2019




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